Sobre la creencia...

Hemos aprendido que una cosa es creer y otra cosa es “hacer fuerza”. Ambas cosas a veces se confunden y generan deficiencias en el andar.

Parecería que no existe tal cosa como “creer correctamente”…Se cree o no se cree, se está convencido o no se está convencido.

Lo que sería correcto o incorrecto es la información o doctrina sobre la cual se ejerce la creencia.

Esto que podría parecer un tecnicismo, tiene profundas implicancias en la vida práctica, porque el concepto de “creer correctamente o no”, coloca la responsabilidad en la persona, generando culpa cuando no logra alcanzar sus logros. La persona tiene la responsabilidad de creer o no por su libre voluntad, pero “lo correcto o incorrecto” está en la información o doctrina que se cree.

Creer en lo correcto, sería la expresión que deberíamos usar para comunicar la verdad de las Escrituras.

Esto nos lleva a pensar que nuestro esfuerzo debería ser aplicado no en creer, sino más bien en que nuestra mente y corazón permanezcan enfocados en la información o doctrina correcta.

La creencia no requiere de esfuerzo, debe ser manifestada libre y espontáneamente, pero permanecer enfocados sobre la información o doctrina correcta requiere de un esfuerzo porque esencialmente todo lo que nos rodea está ajeno de Dios.