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Libertad, Obligación y Obediencia - Parte 1

Uno de los deseos más puros y más nobles en el alma de cualquier ser humano, es el deseo de ser libre. El deseo de ser libre, ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su existencia sobre la tierra, sin importar la época de la historia en la que haya vivido.

Sin embargo, la libertad del ser humano en un sentido absoluto, es una verdadera utopía (de imposible realización). No está disponible hacer siempre lo que uno quiere sin depender de nada, ni de nadie. Grandes filósofos y pensadores de la antigüedad coinciden en declarar de manera unánime, que libertad no es hacer lo que uno quiere sino hacer lo que debe hacerse.

La libertad por tanto, es esa capacidad del que puede elegir, pero para que podamos hablar de libertades absolutas, deberíamos poder garantizar al menos un cabal cumplimiento de dos condiciones: ausencia total de condicionamientos de conciencia y la presencia efectiva de alternativas superadoras.

En la conocida sentencia de la Biblia que declara que “Ninguno puede servir a dos señores;…”, está implícita la idea de que si no dependemos de uno, irremediablemente dependeremos del otro…no hay una tercer alternativa posible.

Por ello, la libertad en un sentido absoluto, es una utopía humana, de imposible realización. Debido a la naturaleza caída en el hombre, a partir del pecado de Adán, y a que vivimos en medio de un entorno hostil que no conduce a Dios y a Sus asuntos, siempre dependemos de algo y en esencia y aunque parezca un contrasentido, nuestra verdadera libertad consiste en poder elegir y decidir “de quien vamos a depender”.

Por todo lo dicho hasta aquí, resulta esencial que cuando promovemos las Sagradas Escrituras en un Ministerio Cristiano, deberíamos siempre asegurarnos de promover la autonomía de los hijos e hijas de Dios a los cuales servimos, una autonomía que los libere de depender de nosotros, pero promoviendo que aprendan a depender de Dios.

La dependencia de Dios es la única que asegura una vida en la verdadera libertad con la que Cristo nos hizo libres. Toda otra dependencia lleva a frustración y desánimo. Para poder trabajar juntos, desde ya que debemos confiar los unos en los otros, pero nunca esa confianza debería estar basada en afectos humanos, en jerarquías en la iglesia ni en la trayectoria como creyentes, sino en un claro entendimiento de la Palabra de Dios como norma para la creencia y para la práctica.

Muchos hijos de Dios, que por distintas razones de la vida no han logrado aún que Dios sea quien guíe sus pasos, piensan erróneamente que son ellos mismos quienes dirigen sus vidas, pero el principio espiritual es que “cada vez que el orden de Dios no es el que ordena nuestros pasos, es la iniquidad la que señorea en nuestras vidas”.


Salmos 119:133

Ordena mis pasos con tu palabra; y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

(Artículos elaborados en base al Estudio Bíblico presentado el miércoles 24 de Junio de 2020, titulado “Obediencia Amorosa”, en Encuentro Bíblico - https://www.encuentrobiblico.net.ar/)






1 Comment


flavisigregorini
Jul 17, 2020

Tener conciencia cada día que no hay nada que yo tenga que hacer para que Dios me ame más, es un verdadero cambio de conciencia. Nacemos y casi de inmediato empezamos a hacer cosas para agradar y trasladamos este patrón a lo largo de nuestra vida en casi todas nuestras relaciones o todas...al menos hasta que Dios nos hace entrar en razones de que para con El las cosas son totalmente diferentes...que nos podemos relajar, que ya no hace falta hacer nada, sólo conocerlo para amar. Y es extraño. No es fácil de asimilar. El cambio de paradigma es tan grande que realmente cuando cobra el verdadero sentido en mi vida es que recién ahí empiezo a tener una verdader…

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