Decisiones, Consecuencias y Ayuda

El mensaje que nos ofrece la frase que figura en esta imagen, puede ser recibido livianamente, como uno lee muchas otras cosas para pasar el rato, pero expresa una profunda lección que es necesario atesorarla para nuestro bien.

Muchas veces, nos quejamos de consecuencias que debemos enfrentar en la vida, cuyas causas han estado en nuestra incapacidad de tomar decisiones acertadas y oportunas.

Por ello, el creyente puede aprender a desarrollar un estilo de vida en dos planos o dimensiones fundamentales, a saber:

A. Aprender todo aquello que esté disponible para tomar las mejores decisiones posibles y así reducir a su mínima expresión posible, la potencialidad de consecuencias negativas en la propia vida y en la de aquellos que nos rodean. Esto sería algo así como “desarrollar un criterio de vida”, que no sólo está compuesto de conocimientos sino también de prácticas y de un trabajo en las convicciones que sustentan nuestra forma de vida.

B. Aprender a levantarse y recuperar la firmeza, si o cuando hemos cometido errores de juicio o hemos tomado malas decisiones, ya que resulta fácticamente imposible vivir toda una vida sin que esto ocurra.

La Biblia declara que del corazón mana la vida, por lo que toda inversión que un hombre o una mujer haga en edificar su corazón conforme a la Palabra de Dios, se verá directamente reflejado en el beneficio y provecho que sus vidas manifestarán.

Frecuentemente, se escucha a personas recurrir a Dios en busca de Su ayuda sobre problemas a los que llegaron, justamente por su propia manera de pensar y de actuar.

A diferencia de los seres humanos, que muy probablemente no prestaríamos nuestra ayuda cuando esto ocurre, por considerar que la persona “no se lo merece”, el Dios de toda gracia y misericordia, tiende Su mano generosamente. Eso sí, resulta fundamental que la persona se acerque a Dios con confianza para hallar Su oportuno socorro.

Hebreos 4:16

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.